sábado, 7 de mayo de 2011
Video & Reseña'*
El atuendo: Actualmente el de los bailadores es diseño de Ramón Valdiosera, fue inspirado en la unión de las 4 Huastecas. La blusa de tela lisa, sin mangas en blanco. En la mujer, falda plisada y amplia, con un olán que llega hasta media pantorrilla, sobre la blusa una prenda llamada quechquemitl o quesquene tomados ambos del vestuario indígena de la Huasteca potosina. El mandil y los aditamentos que acompañan al vestido como el abanico y los collares, de la jarocha del sur de Veracruz. Los flecos que penden del quechquemitl fueron tomados de la cuera tamaulipeca. El traje es confeccionado en organza, gasa y organdí, presentado en color blanco o tonos pastel; el bordado de la retama o flor del quechquemitl y el mandil es con estambres en colores vivos.
El traje masculino es una guayabera con cuatro hileras de alforzas en la parte posterior, cuatro bolsas, cuello tipo ranchero, con un pañuelo rojo y un paliacate anudado al cuello, pantalón blanco, sombrero de cuatro piedras y con barbiquejo; botines blancos.
Historia:
El danzón en México
En los primeros años del presente siglo, el danzón llegó a México por Veracruz y la península de Yucatán, junto con una maravillosa inmigración de cubanos que salieron de su país precisamente por las convulsiones políticas resultantes de su reciente independencia de España, la intervención de los Estados Unidos de América y la instauración poco afortunada de su primer régimen constitucional.
La música popular de las costas del Golfo de México -particularmente la de Veracruz- muy pronto se vio enriquecida con el danzón, y no fueron pocos los compositores, músicos y bailadores que se asimilaron a tan agradable género tropical, mismo que arraigo definitivamente conservando los elementos originales de estructura y ritmo -con su típico "cinquillo"- pero adquiriendo, a su vez, características locales.
La danzonera aumentó paulatinamente su dotación instrumental incorporando, en la sección de maderas: saxofones altos, saxofones tenores y, en forma muy destacada, el saxofón barítono, sin menoscabo de emplear, ocasionalmente, el sax soprano; en los metales, se aumenta el número de trompetas y trombones y se sustituye el bombardino por el figle, actualmente en desuso. Persisten violines y el contrabajo, asimismo, las percusiones básicas de los timbales y el güiro que se complementan de ordinario con claves.
Hasta la fecha, en el puerto de Veracruz goza de gran fama el barrio de "La Guaca", sobre la intersección de las calles de Manuel Doblado y 1° de Mayo, donde los jarochos bailan el danzón con mayor propiedad, hasta en la vía pública durante el Carnaval, y de continuo, en el aledaño -y no menos famoso- salón de fiestas del Sindicato de Estibadores, sin menoscabo de las exhibiciones semanales que hacen los bailadores en la Plaza de Armas acompañados por la Banda Municipal de Música.
Pero siguiendo la trayectoria del danzón hacia el interior del país, luego de haber arraigado sólidamente en las costas del Golfo, cabe señalar que el 20 de abril de 1920 se inaugura en la capital -en el edificio de la antigua panaderia de "Los Gallos" acondicionado exprofeso- sobre la calle Pensador Mexicano, lo que sería el templo del baile popular y el palacio de la música tropical por antonomasia... el tradicional y legendario Salón México -entre las 7 de la noche y el amanecer del día siguiente- de preferencia por animosa clientela populachera auténtica de "rompe y rasga", que imprimió al sitio un vibrante y peculiar ambiente muy recordado hasta ahora por quienes tuvieron oportunidad de conocerlo y en dónde, por supuesto, el danzón se mantuvo en lugar preponderante.
Son innumerables los acontecimientos, anécdotas y leyendas surgidas en el ámbito de este salón, y bien podría hacerse una compilación sería por cuanto a su contribución en el folclor urbano. Amador Pérez Torres "Dimas", compositor oaxaqueño del clásico danzón "Nereidas" y reconocido director, retirado, de bandas de música y danzoneras (por muchos años, precisamente en el Salón México), narra "...había concursos de tango, de danzón, de paso-doble y hasta de vals clásico" "...Ventura Miranda era el rey, el campeón del danzón. Las mujeres consideraban un gran honor que las tomara por pareja. Y en las Navidades, se organizaba una auténtica posada, con María y José seleccionados entre los clientes habituales, quienes llegaban en burro con un niño rubio alquilado en el vecindario del 2 de Abril y Pensador Mexicano".
Algunos parroquianos presenciales informan que "...delimitaban la categoría y condición de la clientela, tres espaciosos salones que eran conocidos, respectivamente, como "del sebo", "de la manteca" y "de la mantequilla" este último -por supuesto-, era el de mayor alcurnia dentro de la tónica general del lugar..." Y ha pasado al dominio público, aunque "Dimas" asegura que era pura vacilada, el texto del irónico letrero -colocado seguramente en el salón "del sebo"-, que advertía: "Se suplica abstenerse de arrojar colillas encendidas en el piso, para evitar que las señoritas se quemen los pies".
Al principio de los sesentas, el Salón México cerró por incosteabilidad ante una disposición gubernamental de la ciudad que restringía el horario para los centros de baile. Sin embargo, en nuestros días, son varios los salones que funcionan -con el horario del reglamento- manteniendo relativamente la tradición, muy concurridos pero sin la inolvidable característica, única del México, que en su momento, fue centro de atracción y curiosidad de propios y extraños, visitado con frecuencia por personajes famosos del medio artístico, político, deportivo y de la alta sociedad.
En 1936, el célebre compositor neoyorquino Aarón Coplan tomó el nombre de este salón de baile e inspirado en su singular ambiente, escribió una de sus más deliciosas y conocidas obras, precisamente "Salón México" aunque, curiosamente, no utilizó tema musical relacionado con el danzón y si el tema de una canción popular del siglo XIX "El mosquito".
Danzon veracruzano
Su origen cubano
Con el paso del tiempo, y casi un siglo después, la contradanza arraigó definitivamente en Cuba, aunque ya con características locales. Y se atribuye a don Manuel Saumeill el haber conformado la contradanza cubana a través de una de sus más deliciosas composiciones en ese género: "Los ojos de Pepa".
En 1879, un célebre músico de Matanzas, MIguel Flayde, con los elementos de la contradanza cubana en boga, dio forma definida a lo que bautizó como danzón, escribiendo el primero bajo el título de "Las alturas de Simpson", con referencia a un barrio (Simpson) de su ciudad natal.
Para entonces, la orquesta fue adquiriendo también su propio carácter local, con mayor tendencia hacia lo popular, integrándose con piano, 4 violines, una flauta, un contrabajo, un timbalito y un guayo (güiro), independientemente de la charanga que también se denominó DAnzonera Típica Cubana, integrada con clarinete, trompeta, trombón, bombardino, dos timbales y güiro, a la que muy pronto se incorporaron los violines y el contrabajo.
La estructura musical del danzón es una especie de rondó que se desarrolla bajo el esquema AB-AC-AD-AF, es decir, (A) introducción que después se torna en estribillo, (B) desarrollo del primer tema, (A) estribillo, (C) desarrollo del segundo tema, (A) estribillo, (D) ocasionalmente, desarrollo del tercer tema, (A) estribillo, poco acelerado al final que resuelve en (F) "montuno" final, ligeramente más vivo. Como en los temas B, C y D pueden acomodarse las melodías de canciones populares de cualquier nacionalidad, trozos de ópera o de piezas muy conocidas, el danzón adquiere una gran versatilidad que le permite ser fácil y francamente aceptado en diferentes ámbitos.
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